En los Servicios de Microbiología de un hospital es frecuente tener que manipular heces humanas. Es un trabajo desagradable, pero los facultativos o los técnicos que se dedican a ello suelen recogerlas de su conservación previa en frigorífico, con lo cual parten de especímenes con pocos volátiles.
Es en el momento de proceder a su manejo manual para recogida de parásitos, preparación de cultivos o demás, cuando la muestra se reblandece, atempera y el trabajo empieza a ser molesto. El hedor es un gran problema para un técnico que dedique varias horas a esta labor.
Los usuarios inadvertidos piensan que trabajar en Cabina de Bioseguridad evitará este problema, pero no es el caso. Las Cabinas de Bioseguridad convencionales, tipo II A (o A2) que de manera habitual se instalan en los Servicios de Microbiología son muy necesarias para éste ámbito laboral porque gracias a su diseño proporcionan seguridad al operario con patógenos o agentes infecciosos diversos. Disponen no sólo de flujo vertical no turbulento del aire, sino también de un filtro HEPA a la entrada y otro a la salida.
Sin embargo, este tipo de cabinas recirculan el 70% del aire que absorben y que ha pasado por las muestras fecales de manera que lo vuelven a introducir a la cámara de trabajo, contribuyendo así a perpetrar el mal olor. El motivo es que están diseñadas así para que en cada ciclo el aire ya filtrado por el filtro HEPA sufra una nueva purificación, volviendo a emplear aire puro en el siguiente ciclo y minimizando la entrada de aire nuevo potencialmente contaminado. Son cabinas 70/30, en las que sólo el 30 % del aire se renueva.
Es así como un rasgo positivo y definitorio de las Cabinas Clase II A se convierte en un grave inconveniente para el operario que maneja este tipo de muestras.
¿Cuáles son entonces las opciones para un Servicio Hospitalario que se plantea la inversión en un sistema no sólo Biológicamente seguro sino con menos efectos molestos?
A continuación indicamos las opciones disponibles en orden ascendente de idoneidad.
- Cabina extractora de gases Llamadas también Vitrinas de gases. Se usan de manera convencional para dar salida a humos, vapores, y partículas volátiles durante la manipulación de químicos, pulverulentos, etc. Sus ventajas
- No protegen ante patógenos.
- Son puros extractores de aire y partículas.
- Podrían ser una opción para manipulación de heces en su versión de extracción de gases por manguera flexible a la calle, pero sabiendo que el usuario no está protegido ante potenciales patógenos de las heces.
- Cabina de Flujo Vertical. Una cabina de flujo vertical es la primera y mínima opción de elección para trabajar en Microbiología sin riesgo a infección por patógenos, dado que el flujo vertical hace de barrera para el operario frente a las muestras, y proporciona protección al usuario. Por otra parte, no hay recirculación del aire, el 100% se vuelve a expulsar. Con lo cual, si dotamos de conexión a tubo con salida a la calle, nos aseguramos de que no se crea hedor. Pero recordemos, no estaremos trabajando en seguridad microbiológica conforme a estándares nacionales e internacionales.
- Cabina de Bioseguridad II A adaptada. Aunque en párrafos anteriores ya hemos indicado las contraindicaciones de su diseño si los usuarios ya disponen de un modelo con diseño II A pueden adaptarla para reducir los olores. El mecanismo sería similar al del punto anterior, conexión con tubo y salida a la calle o a los sistemas de conducción de aire y gases del edificio. El inconveniente ya lo hemos visto, el 70% del aire en contacto con las muestras fecales sigue dando vueltas en la cámara interior de la cabina.
- Cabina de Bioseguridad B2 o Cabinas de extracción total. Se trata de cabinas similares a las II A o A2, y por tanto óptimas para aportar seguridad ante patógenos de las muestras en su manipulación habitual en el Servicio de Microbiología, pero en ellas además se extrae el 100% del aire de la cabina. No hay ningún tipo de recirculación. Ese 100% de aire extraído es impelido al exterior tras su paso por el segundo filtro HEPA. De hecho, están diseñadas para para ser instaladas con ducto de escape que expulsa el 100% del aire fuera del laboratorio. Son la elección no solo para trabajo con patógenos (agentes clasificados con nivel de bioseguridad 1,2, o 3) sino también con productos químicos tóxicos y radio nucleídos volátiles.
En conclusión, el uso de cabinas de bioseguridad es necesario para el manipulado seguro de especímenes, especialmente para evitar la inhalación de aerosoles con potencialidad infectiva. Entre las opciones del mercado tiene la opción de elegir una cabina que además de reducir el riesgo biológico, reduzca las molestias menores asociadas a dicho manipulado mejorando el ambiente de trabajo en el laboratorio y facilitando el trabajo de los usuarios.